miércoles, 24 de junio de 2009

camanchaca

nos despedimos con la fresca de la serena. nos bastó una vuelta por sus calles en obras para tomarle el pulso a la ciudad y a sus innumerables iglesias y calles en obras. casi despertamos a doña rosita, la patrona de la enorme casa colonial en la que nos alojamos; para pagar la noche y decirle lo bien que hemos dormido bajo su altísimo techo. ella nos da sus bendiciones y partimos, muertos de frío, coincidiendo con los chavales que marchan a la escuela. kilómetros de carretera, inundada primero por la camanchaca, la niebla o bruma que trae el pacífico hacia el interior. kilómetros de paisaje, que se va haciendo más y más lunar, pegados a la costa hasta la higuera, que nos lleva de nuevo en una curva caprichosa hacia el interior. rocas volcánicas ante nuestros ojos, desierto y camino que sube cerros, que sigue to tiesa ante nosotros. desde copiapó volvemos a virar, otra vez en paralelo a la costa, disfrutando de maravillosas y solitarias playas que van de caldera a chañaral. la tierra por momentos se va haciendo rojiza, ¿o es quizá la luz cambiante?, y los enormes y sensacionales camiones nos guiñan sus luces cuando nos los cruzamos. planeamos bañarnos en alguna cala de gigantescas olas surferas... pero eso será a la vuelta. ante nosotros cientos de kaemes nos esperan. ésta tarde-noche esperamos haber arribado a antofagasta.

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