mientras rehago dos camisetas blancas de tirantes de caballero, acortando a mi pequeña silueta su larga tela; mientras doy puntadas con hilo sobre el algodón inmaculado, los pensamientos vienen a desfilar por mi pantalla mental. después de una comida breve para hablar de algo que dos llamadas de teléfono han retardado hasta quizá otras 48 horas; después de haber cerrado la puerta de mi caracola por dentro con gesto triste en el semblante, y después de haber jugado con las letras de mi teléfono móvil para enviar un lo siento, los pensamientos siguen ahí, revoloteando inquietos.
dejo de hacer unas cosas para hacer otras. elijo y elijo, y bifurco a cada instante mi camino. en éste momento, intento no gastar excesiva energía en pensar las cosas demasiado, es más mi pequeño corazón el que maneja el timón.
y me pregunto si en ésta vida va todo a puntadas. me pregunto si se compone de pequeños cortos, si las personas con las que interactúas tienen una fecha de caducidad. inmediatamente me respondo que no, en mi caso al menos; tengo la suerte de que, en mi lista de compañeros de viaje; la mayoría de ellos son socios honoríficos, y a la vez que he cumplido años, he asistido a sus aniversarios. pero sí creo que de alguna manera todos podemos ser etapas en las vidas de los que nos rodean. que de todos podemos aprender, y que, a la vez, algo puedes aportar tú a tus seres cercanos.
desde aquí te doy las gracias. haces que cada día me esfuerce por ser mejor persona. y a tí también, porque me enseñas otras perspectivas en el plano curbo. y a tí, porque haces que me enfade para que más tarde, en la soledad, escuchando el silencio; aprenda que en mis afueras existen infinitos adentros.
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