miércoles, 26 de marzo de 2008

corazón

llamé por la mañana al móvil de mi madre. había intentado establecer conexión desde primera hora del lunes, pero mis horarios de actividades diversas y variopintas, y las líneas transmitiendo ese incómodo y familiar pitido de canal saturado por la comunicación, no me han permitido hasta ésta mañana el ansiado descuelgue de teléfono. en ese preciso momento llegaban a la clínica la milagrosa. el corazón de mi padre va un poco a tropezones desde hace unos meses, y le están haciendo pruebas para darle fecha de operación. en cuanto me he enterado, me he acercado a verles, habitación 217, clínica a la antigua usanza, sin ese olor tan característico de paredes verdes de hospital.
ahí hemos estado, ya le habían metido un catéter desde la femoral al corazón. ahí les he encontrado. más acurrucaditos, más compañeros de viaje que nunca. hemos reído y hablado, intercambiado opiniones sobre el amor, la política y la religión. después se ha agregado goñiética, llena de calma y morenez en la piel. hemos cenado las tres juntas, mi madre, lagoñi y la moi. como tres amigas, compartiendo croquetas caseras de jamón.
ahora llego a casa. en el camino, llamada de suko, tengo ganas de verles, nos citamos después de mi cita piscinera domani. de pronto me siento invadida por calor. me hago la comida de mañana, y mientras bato la crema de calabaza, pienso una vez más al ver cómo se mezclan los ingredientes, lo importante que es escuchar al corazón. acunarse en su son de latidos, interpretar lo que en morse nos dice a cada minuto, como un viejo reloj marcando el tiempo que pasa. la brevedad de nuestro trayecto. la importancia de saborear cada momento regalado.

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