lunes, 10 de noviembre de 2008

me pongo flamenca

así fué. amanecimos el sábado y nos encontramos con tomy y camino en el tanatorio de la paz; lugar donde estaba el cuerpo de su madre, lugar bello y que hace honor a su nombre, verdaderamente se respira paz. el finde anterior había sido el de todos los muertos, o el de todos los santos, perdí la cuenta; el caso es que la pradera de lápidas estaba cubierta de flores. hacía un día precioso, y me alegré de acompañar a tomy aquella mañana. ant. estaba preocupado por su colega, su madre había fallecido; y él sentía el peso de la conciencia de su amigo, golpeándole una y otra vez. tomy es la oveja negra del rebaño; a sus 50 palos ya redimido, pero con grandes surcos en su tez. surcos de guerra que durante muchos años dió a su madre, surcos de acciones que un día decidió enmendar, pero que habían quedado grabadas.
a continuación, agarramos el balaroja, a eso de las dos y media andábamos desandando el camino; del norte, de la carretera de colmenar, nadando por los mares de la m30 hacia el sur; mi amado sur. piloté a la ida, y también a la vuelta. ant, de copiloto; opinaba y, a veces, metía baza donde nadie le había llamado. íbamos sin cds, una sola cinta pésima y -eso sí me pareció magia-, sintonizando cada muy poco y durante larga distancia, programas en radio3. llegamos a graná al caer la tarde, previa parada antes de la caída del sol para bocata y para que el pequeño nissan abrevara.
nos esperaba un cumpleaños feliz y aflamencado nada menos que en una cueva entre albayzín y sacromonte; ahí es ná. largas horas alimentadas a base de barbacoa y vino; de cerveza y percusión. de roncas y cristalinas voces que rasgaron la madrugá.
personajes auténticos. el compae y su chica de vigo que estudiaba baile; el morogitano; donpaco y su chaval, verdadera delicia verlos y comprender el prodigio de la coordinación de la sangre; y la voz y el arte de daniel valenzuela; entre otras cosas. grande sábado, grandes planes improvisados.

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