domingo, 24 de febrero de 2008

la familia

este fin de semana, he vuelto a saborear en vena el calor de la familia.
la familia de la sangre y la familia que hacemos con los que coincidimos en tiempo, lugar y sensibilidades. en convicciones o en dudas.
en las familias, cada miembro es el más importante. cada uno tiene su función -nadie es irremplazable, de acuerdo-, pero cada cuál tiene su peso y cada uno de esos pesos es importante para que exista un todo. como moléculas de un organismo. como cada órgano en ésta perfecta máquina que es el ser humano.
está el papel del padre, con sus aciertos y sus desatinos, con su preocupación y su humanidad. está la madre. la génesis del núcleo, la que silenciosamente sabe qué pieza ha de ir en qué lugar, pero que se mantiene en un discreto segundo plano. como directora de la peli, dejando libertad para que cada uno de los miembros se desarrolle.
están los hermanos. esos personajes con los que te encontraste en suerte, con los que has compartido lo mucho y lo poco, los llantos y risas, las peleas y los abrazos.
luego también está esa familia sanguinea que te viene de serie por haber nacido bajo éste o aquél apellido. esos tíos y primos que aún estando lejos los sientes tan cercanos. esos abuelos, presentes o ausentes, tan importantes en tu niñez y en tu madurez.
y todo ésto es tu referencia más cercana. tu manera de identificarte. tus respuestas y preguntas sobre tí mismo y tu condición. esas coincidencias de forma de ver la vida y relacionarte con tu entorno que te ayudan y confunden cuando te miras dentro, cuando investigas quién eres y qué quieres.
pero además está esa familia que uno va formando según vive. los agregados y contrarios de los seres queridos. los que descubriste en un momento bajo o alto de tu existencia. los que vas eligiendo como compañeros de viaje. tan importantes y tan prescindibles. tan necesarios.
éste sábado cené dos veces en una mesa cuadrada. con mantel de cuadros verdes y mantel de lunares rojos. compartí y sobre todo recibí mucho más de lo que dí. porque sí, es cierto que el corazón engrandece cuando más da, y que en la vida no es que recibas lo que das, sino que recibes siempre lo que das multiplicado exponencialmente.

No hay comentarios: