miércoles, 16 de diciembre de 2009

una de marcianitos

a veces me siento como un pescaíto dorado y pequeño que salta esquivando ballenatos y tiburones que salen incontroladamente de cualquier esquina de las callejuelas que transito a dos ruedas. intentar hacerte la diagonal que va desde santa brígida hasta antón martín en menos de 10 minutos es lo que tiene. y más en éstas fechas de consumo y lucecitas por doquier. ayer de pronto me teletransporté a uno de esos videojuegos de la época, en la que tú llevabas los mandos de la nave nodriza cuya misión era matar marcianitos. 'ordenarse, coño!', gritaba mentalmente mientras esquivaba los fantasmitas malos del comecocos de mi niñez. 'extra_bonus!', pensaba cuando imaginariamente me daba a mí misma unas palmaditas en el lomo por haber sorteado hábilmente pareja de rubias-pivones cargadas de bolsas y con la mirada perdida entre los escaparates de la ahora peatonal fuencarral.
me gusta ser un salmonete que surca los ríos de la gran ciudad. me gusta ser un delfín que hace cabriolas para sortear los bolardos de gallardón. me gusta que mi sangre palpite con la velocidad turbo que imagino que mis pies me ofrecen girando a todo girar los pedales de mi biciazulbalín.
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