miércoles, 8 de septiembre de 2010

sano_in_sano

' Para tratar con cosas insanas, las personas tienen que estar lo más sanas posible. Ésa es mi teoría. Lo que es tanto como decir que los espíritus insanos necesitan también, por su parte, cuerpos sanos. Dicho así puede sonar paradójico. Pero eso es algo que siento vivamente en mi propio cuerpo desde que me convertí en novelista. Y es que lo sano y lo insano no se hallan en polos opuestos. Tampoco se enfrentan entre sí. Se complementan mutuamente y, en algunos casos, pueden contenerse mutuamente de forma natural. A menudo, la gente que tiende a lo sano sólo piensa en lo sano, y la que tiende a lo insano sólo piensa en lo insano. Pero esas inclinaciones extremas impiden que la vida resulte de veras fructífera.

Autores que de jóvenes escribían obras excelsas y bellas, llenas de fuerza, han visto cómo, al llegar a cierta edad, acusaban una intensa extenuación. A esa peculiar forma de fatiga le va como anillo al dedo la calificación de "agotamiento literario". Quizá sus obras sean, como siempre, hermosas. Y aunque quizá su forma de agotarse posea también cierto encanto, es evidente que su energía creativa ha ido decayendo. Supongo que se debe a que la energía física de esos autores ya no es capaz de superar a la toxina con la que lidiaba a diario. La vitalidad física con la que hasta ahora se imponían naturalmente a esa toxina ha tocado techo y ha ido perdiendo su efecto inmunitario. En consecuencia, ahora les resulta muy difícil realizar una labor creativa. Se ha quebrado el equilibrio entre su imaginación y la vitalidad que la sustentaba. Tan sólo les queda utilizar sabiamente los métodos y técnicas que han cultivado hasta ese momento y aprovechar esa suerte de calor residual para, simplemente, ir haciendo ajustes de carácter formal en sus obras. Por decirlo de una manera muy prudente, me temo que sus existencias han tomado un rumbo poco agradable. Hay incluso quienes, llegados a ese punto, deciden poner fin a sus vidas. Otros deciden abandonar por completo la labor creativa y seguir por otros derroteros.

A mí, a ser posible, me gustaría "no llegar a consumirme" de ese modo. La literatura en la que yo pienso es algo más espontáneo, más centrípeto, dotado de una energía positiva natural. Para mí, escribir una novela es enfrentarse a escarpadas montañas y escalar paredes de roca para, tras una larga y encarnizada lucha, alcanzar la cima. Superarse a uno mismo o perder: no hay más opciones. Siempre que escribo una novela larga tengo grabada esa imagen en mi mente. '

Haruki Murakami. De qué hablo cuando hablo de correr

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